En Sueño Profético se vio una mujer que arrastraba un saco y su cabeza la inclinaba al Cielo, y ofendían sus palabras.
Se quitó aquella visión que Dios hace para que el espíritu luego dé la Enseñanza, y se vio otra mujer con el mismo costal en el cuadril. Dejó el costal en el suelo y se puso de rodillas con las dos manos juntas. Su cabeza estaba normal, como si con alguien tuviera un diálogo. Se oyeron estas palabras:
“Si mi sufrimiento va a ser Tuyo, déjamelo a mí. Y si tu Presencia no me va a faltar, aquí traigo otro costal”.
Y sin verse donde lo llevaba, dejó en el suelo un costal vacío al lado del lleno.
No se vio la imagen de Dios Hijo como se vio el 1-11-71, pero su Mando era el mismo. Este Mensaje daba vida y fuerza al sufrimiento de la materia y te acercaba más a Dios.
Dijo uno:
Si el hombre enseñara sufrimiento con Dios y a despreciar las riquezas sin Él, nadie perdería la Gloria y poco pesaría la carga del sufrimiento, y no la llevarían a la rastra. Que esto es el grande sufrimiento.
Desperté, oí:
Hace el sufrimiento más sufrimiento el que no acepta el sufrimiento y se retira de Dios.
Estas dos mujeres te dicen lo que es un espíritu manso de Dios, o lo que es un espíritu manejado por espíritus en contra de Dios.
El Amor a Dios, te acerca a Dios y abrazas el querer de Dios, su Voluntad y su Permitir.
Y ya ves esta vida, corta, pasajera y te ocupas de la Eterna.
No arrastres nunca el costal si va lleno de sufrimientos.
Tú di: “Señor, ayúdame”. Y ya no notarás peso.
Ten siempre en tu memoria a la que lleva el costal: uno vacío y otro lleno.
El lleno no le pesaba, porque decía ¡Dios mío!, y Dios le quitaba carga.
El vacío era Amor, era Fuerza y seguir por su Camino, hasta juntarse en la Gloria.
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Libro 25 - Meditaciones y Palabras Directas con El Padre Eterno - Tomo III - C4
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