sábado, 3 de diciembre de 2011

Centenares de comparaciones - Libro 4 - Te Habla El Profeta - Tomo I - Pag. 61-62-63


En Sueño Profético decían:

Esto son comparaciones para que queden escritas:

Si Dios no habla en el Lugar,
esta vida jamás hará.

Tú no te guíes de aquél
que dice: “mentira es”.

Si la buscas y la encuentras
siempre a servirte dispuesta,
retira tu duda ya,
pues si dudas de que es hielo,
arrima la barra al fuego,
y el fuego te lo dirá.

Pues aquí ves la actuación
de sufrir y caminar.

La palmera es la palmera,
sin poderla comparar
con la mata de la hierba,
que la pisas al pasar.

Todo son comparaciones
fáciles de comprobar.

El gigante y el enano,
la aldea y la ciudad,
la pena y la alegría,
la lluvia, la sequedad,
la llanura, la montaña,
el ir y venir acá,
el niño con el anciano,
el día, la oscuridad,
el barro, la polvareda,
el oro con el metal,
los juegos que hacen los niños,
escondiéndose a tirar,
como ven en los mayores,
pero en guerra de verdad.
Los de arriba juegan sólo,
y éstos mueren a “bandás”.

Todas estas diferencias
tiene el hombre que notar,
sin que nadie le desmienta,
diciendo “esto no es verdad”,
porque todo está a la vista
y se puede comparar.

Pues más claro se ve esto
en la forma de actuar.

Despierta, oí:

Yo tendría centenares de comparaciones
para poderte dictar.

Yo le diría al hombre,
que todo es falta de amar.

No hay sufrir mayor,
que te traigan a esta Gloria
y el hombre diga que no.

Dice que no, sin razones;
dice que no, por decir;
dice que no, porque dicen
que no hay que decir sí.

Antes de decir no,
piensa que Dios está Aquí,
y que el “no” es para Él,
lo mismo que es el “sí”.

Es un deber ante Dios,
quien viene a poner la guerra,
poner la Paz.

Y es no cumplir su Mandato,
llevar la guerra a la Paz.


***

2 comentarios:

  1. Estas comparaciones se resumen en amar o no amar.

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  2. El no o el sí que se le da al Profeta no es a ella, es a Dios. Con su comportamiento rubricaba verdad que Dios le hablaba, porque no hay quien haga una vida de entrega al prójimo como ella. Los que la conocimos sabemos perfectamente que justificaba verdad la vida que hacía.
    Sólo intentar hacer una semana lo que ella hacía era imposible que el cuerpo lo resistiera.

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