lunes, 30 de octubre de 2017

“Yo quiero a Dios lo primero”

En Sueño Profético hablaban del hombre sin Dios, aunque nombre a Dios en momentos que él cree que hace falta.

El hombre que cree Aquí y a Dios ama, no puede dar preferencia a nada antes que a estas Palabras. Tiene que querer primero al Dueño de lo que él ama, de aquello que Dios le dio que por él su vida daba. Pues si tú quieres a esto, piensa quién te lo guarda si no es Dios.

Si esto lo pensara el hombre, no lo podría callar, y el nombre de Dios oirías en toda la escala social.

“Yo quiero a Dios lo primero”: este consejo lo llevaba a sitios cerca y lejos Mónica de Agustín.

Dijo uno:

A Dios tienes que quererlo más que a tu propio hijo, porque Dios tiene que sufrir más que tú cuando su espíritu esté enfermo. Y si tú quieres a Dios antes que a tu hijo, Él dará curación a los ruegos que has pedido, que esta curación nadie le puede dar a tu hijo.

Desperté, oí:

Si quieres a Dios primero,
tienes derecho a pedir.

Un derecho con Amor,
que nunca enfadas a Dios
por aquello que estás pidiendo.

¡Qué palabras se le oían
a este Amor y luego madre!

¡Que Enseñanza repartía
cuando oía a las madres:
“Mi hijo antes que a nadie”!

No digas esas palabras
sin que mires para el Cielo.

Que puede que llegue el día
que veas a tu hijo enfermo,
sin curación para el hombre,
pero no para el Cielo.

No hay quien quiera al hijo,
si no pone a Dios primero.

Él te lo mandó a la Tierra,
y Él lo espera Aquí en el Cielo.

Si la madre quiere al hijo,
ha de preferir el Cielo.

MÓNICA DE AGUSTÍN


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Libro 26 - Dios Comunica y Da Nombres - Tomo III - C2

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