lunes, 14 de marzo de 2016

“SABRÁ MÁS DE MÍ EL QUE ME SIGA QUE EL QUE OIGA HABLAR DE MÍ”

En Sueño Profético decían:

Un día dijo Dios Hombre a sus Discípulos: “Sabrá más de Mí el que Me siga que el que oiga hablar de Mí. El que Me sigue ve cómo voy viviendo siendo Dios; ve cómo trato al pudiente y busco al necesitado; ve cómo busco al pecador y cómo perdono al que quiere ser perdonado; ve que enseño lo que ya tenía mi Padre anunciado por los hombres de grande Fe que creen lo que aún no han visto, y ven cuándo me aparto de ellos por dudar quién soy”. Esto lo dijo en medio de un camino, y ya empezaron sus Pies a avanzar para llegar al sitio que iban. Y dijo: “Y también verán con la fuerza que los aparto cuando son demonios queriéndome engañar”.

Fue llegar a la casa que iban, que eran familia de bastante realce entre los nobles. Le abrieron la puerta con gran alegría al verlo, y ya le tenían un sitio preparado donde quedaban muy atrás los Discípulos que con Él iban. Se puso de pie y empezó nombrándolos uno por uno hasta ponerlos a su lado, y dijo: “Es mejor seguir de pie y quedar como por el camino íbamos, que sentarnos unos, y otros seguir cansados. Esto lo aprende y lo enseña más el que Me sigue que el que no Me oye. Hay cosas dichas que cogen fuerza cuando se ven. Si mi Padre Me ha mandado es para que la Enseñanza sea hecha por Mí viendo a Dios y Hombre”.

Desperté, oí:

¡Qué Mensaje hoy dictan, que pasó y nadie sabe!

En la casa de estos pudientes, al Maestro dan destaque.

Pero querían que los Discípulos quedaran cerca de la puerta de la calle.

Ya habían cogido el sitio los invitados, y esperaban que el Maestro fuera solo, sin los Discípulos, que siempre iba enseñándoles para cuando Él se fuera.

Esta Enseñanza quedó de boca en boca, cuando el Maestro prefiere el seguir a sus Discípulos, quedando todos de pie.

Había que seguir, ver y oír, para poder decir cómo enseñaba a los hombres.


***

Libro 13 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo II - C1

1 comentario:

  1. Sólo con oir el agua no se calma la sed. No es lo mismo oir hablar de Dios que recibir la Enseñanza de Él mismo.

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