viernes, 12 de febrero de 2016

Dos formas de servir a Dios: poder, querer

En Sueño Profético decían:

Al que veas que te sirve, mándale sin miedo. Que el servicio no es a ti, que el servicio es al Cielo, si piensan que el Mando sale de Aquí, por ser tú el Instrumento que recibe en el espíritu y luego lo lleva al cuerpo.

Dijo uno:

Es pena para el mañana y sufrimiento para el que manda, tener que hacer tantos ruegos para que le haga servicios el que puede y el engaño lo aparta. El engaño de esa vida que al hombre tanto le agrada.

El hombre pone en la Tierra, lo último, lo de Dios. Lo del hombre es cumplido y dándole admiración a aquello que hizo o dijo.

Pues si sigues a estos hombres que se tienen por talentos o destacadas figuras, que otros hombres les han dado título de sabiduría, verás que pasan las horas sin nombrar a Dios, sin nombrar esta Vida, sin pensar en el tiempo que ponen en lo que les arrebata la vida, con las ansias de querer oír: “es talento o figura, e inteligente, domina la cultura”. Les dan homenajes, los premian, pero de Dios no les hables.

Desperté, oí:

Hay dos formas de servir a Dios:

Una, poder.
Y otra, querer.

Pero para este querer,
tienes que amar.

Y día a día aumentar
el deseo de servir a Dios.

Y ya dejas en olvido
a los que te pueden homenajear.
Que eso dura unos segundos,
si lo comparas con esta Eternidad.

Ponte al servicio de Dios
en lo que tus fuerzas te manden.

Que si tú quieres servirle,
nunca te verás cansado,
aunque las fuerzas te fallen.

Ya te irá Él mandando
lo que nadie puede darte.


***

Libro 18 - Dios No Quiere, Permite - Tomo III - C5

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