lunes, 22 de junio de 2015

Poquitos hay vivos para los que ya murieron

En Sueño Profético vi mucha gente, tanta, que plazas llenaban. Se veían con movimiento pero desde la altura, que miras y ves sólo las cabezas. Era un número imposible de contar.

Ya empezó el Mando en la palabra del espíritu que comunicaba:

Eso es el Mundo de materia. Eso ha sido un rincón, chico, de ese Mundo. Ese Mundo es tan grande que no cabe duda que el hombre piense: “¡Qué grande es el Mundo! ¡Cuántos millones de hombres existen! ¡Cuántos somos en la Tierra!” Esto lo piensa el hombre con números o con la cabeza. Pues pensando todos los que hay en la Tierra no tiene comparación con los que hay sin cuerpo, que están escritos en los libros, que ya sabes que son muertos. De éstos hay plazas y mundos enteros donde no habría tierra, para que pudieras hacer suelo, para que éstos anduvieran si vivieran con el cuerpo.

Dijo otro que sigue el Mando:

     - Yo creo que el hombre aquí no para su pensamiento. Debería pararse en grande gentío y pensar: “Todos éstos tienen que ir a otro Mundo, y ya sobran los secretos que la carne me ha tenido. Cuando a mí me vean muerto, y yo vea que sigo vivo, entonces será el sufrir si no me veo en el Cielo”.

Desperté, oí:

Sólo esta meditación de los vivos y de los muertos haría frenar al hombre.

Pensar: ¡Cuántos hay vivos para los que ya hay muertos!

Si los vivos son un puñado de hombres, no en una mano grande, sino en una chica. Son un puñado de hormigas en un mínimo hormiguero.

Haz esta meditación y cuéntate ya en el Cielo.

¡Qué poquitos hay vivos para los que ya murieron!

Y estos poquitos también tienen que enterrar su cuerpo.


***

Libro 67 - Meditaciones y Palabras Directas con El Padre Eterno - Tomo VII

2 comentarios:

  1. Pensar que son más los que murieron que los que viven nos ayuda a tener presente que el destino de todo hombre es la vida del espíritu. A ésta hay que prestar la mayor atención.

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  2. Pensar que son más los que murieron que los que viven nos ayuda a tener presente que el destino de todo hombre es la vida del espíritu. A ésta hay que prestar la mayor atención.

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