martes, 26 de agosto de 2014

El odio se lo están poniendo al Cielo

En Sueño Profético hablaban de amar a Dios y de enseñar a amarlo; de buscar más Amor o de decir: “yo ya estoy enseñado”. Ponían ejemplos que silencio era aceptarlos. Decían:

Hay quien ama, pero no puede enseñar a que otro ame. Y hay quien enseña sin Amor y sale enseñanza pobre, y ya pierde su valor.

La palabra “yo amo a Dios”, no justifica el no acudir donde Él manda espíritus de su Gloria para dar Enseñanza a un espíritu que vive con materia y te explica Palabras y Visión que le hicieron.

Este espíritu tiene que tener una claridad y visión, que no tiene el que con cuerpo no puede decir: “Dios me lleva a su Gloria”. Sitio que los cuerpos no entran, y el espíritu entra con el Mando que Dios da.

Si este “Decir” que lleva el espíritu arrobado lo pensara el hombre al ponerse enfrente de este traje del espíritu...–cuerpo que acaba inservible hasta para estiércol, porque la maldad de la materia contaminaría a otros cuerpos–.

Esto es materia y espíritu. Piensa, y valorarás el saber del espíritu. Cuerpo que entierras, inservible para nada. Y espíritu que te lleva Enseñanza que te sirve para la Eternidad, como esto que Aquí hablan en espíritu nada más.

Si el hombre valorara Esto, tu presencia sería solicitada, dejando en nivel muy bajo toda clase de carreras. Al hombre esto le subleva y odia al Elegido.

Desperté, oí:

El odio que aquí le pongan,
se lo están poniendo al Cielo.

Ella es asta de bandera
que, el color, otro ha puesto.

¡Qué cierto que el hombre dice:
“Dios tiene muchos caminos”!

Pero no piensa:
“uno tiene que ser el más recto”.

Que tiene que ser el que diga:
“yo, día a día,
te presento un arrobo,
que en la noche Dios dejó
a mi cuerpo muerto”.

“Lee y piensa estas Frases,
que con fecha de hoy,
yo al Mando de Dios obedezco,
y tendría castigo aquí el silencio”.

Este Camino de Dios no es camino,
es que Dios viene a tu encuentro.

Ya, buscar otros caminos
es despreciar el más recto.


***

Libro 20 - La Palabra del Creador - Tomo II - Pág. 10-11-12

1 comentario:

  1. Si Dios viene a buscarnos, no demos un rodeo para buscarlo en otro sitio. Puede que entonces no Le encontremos.

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