jueves, 22 de agosto de 2013

¿Quién mejor que Dios para dar la respuesta?

En Sueño Profético decían:

Se van a dictar breves hechos de la Vida de Dios Hombre: enseñando, riñendo y dando.

Estando un día Jesús hablando a los Discípulos y al que quería sus Palabras, llegaron dos hombres, y extrañándoles lo que oían, preguntaron a un Discípulo, y el Discípulo contestaba a lo que querían que así no fuera. Viendo Jesús que continuaban el diálogo, dijo:

   –Lucas, en otro está mal lo que estás haciendo, pero en ti da gritos el mal, por lo mal que lo estás haciendo. Y no quedará bien hecha tu enseñanza.

Otro día le dijo Jesús a uno que mucho Lo seguía:

   –Mañana cambia el camino que por costumbre tienes para ir al trabajo. Cuando ya el día te haya dejado y te busque la noche, tú búscame a Mí, y Yo te diré el porqué de estas Palabras. Pero búscame con la Obediencia de compañera.

Estando un día a la orilla del río, se presentaron dos zagales y uno dijo:

   –Maestro, ¿quieres que nos vayamos con los Discípulos cuando pasen por mi casa? Si Tú dices sí, y es mi madre la que no quiere, yo me escapo.

   –No te escaparás, porque mi Mando, a ella le llegará, y ella te mandará. Pero ahora ve a buscarla.

   –Cuando entres en tu casa, coge al niño y lo pones en el suelo para que ande, pero sin pensar que sus piernas no tienen fuerza. Luego, cuando se llene tu casa de gente, di: “El Maestro me ha dicho que lo ponga a que ande”.


Desperté, oí:

Dios Hombre enseñaba a que estando Él, fueran a Él las preguntas.

¿Y quién mejor que Él para dar la respuesta?

El Maestro veía el espíritu de la mujer, que lo guardaba para el Cielo.

Y al que a Él Lo seguía, le faltaba madurarse, que le vendría obedeciendo.

Ella barría la calle sin pensar en que él pasara.

A ella no iba la riña, era a él. Pero premio también la riña llevaba, por ser riña del Maestro.

Ya cundieron en la calle, que la que era tan buena tenía un hombre amante.

Ella barría su puerta, y no podía cambiarse. De cambiar a otra hora, justifica mal que no hay.

El consejo del Maestro nadie podía superarlo: él cogió otro camino sin a ella extrañarle.

Los chiquillos querían ser discípulos de los Discípulos, y las madres los engañaban para que no los siguieran.

Ellos querían, y Dios Hijo les aumenta las ganas.

Les dio el medicamento en las Palabras.

El niño salió andando, y los chiquillos gritaban: “¡Madre, ha sido el Maestro!”.

¡Qué cierto que si Dios manda, pueden curar sus Palabras!


***

Libro 15 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo III

2 comentarios:

  1. La Enseñanza y Consejo de Dios no es pasado. Dios Vive.

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  2. Las escenas son grandiosas y se encadenan los hechos de una manera que aunque seas un ignorante no te queda otro remedio que comprenderlas
    El mal ejemplo de Lucas
    La riña del jornalero
    La del espíritu limpio
    Los zagales enamorados de Dios
    Y ya para dejarnos arrodillados ,la curación del niño
    Hay que ser Dios para narrar el Mensaje como esta escrito!

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