jueves, 11 de octubre de 2012

El que cree en el que Dios le habla, éste obedece sin esfuerzo

En este Sueño Profético hablaban de la Obediencia. Decían:

El que cree en el que Dios le habla, éste obedece sin esfuerzo, éste obedece voluntario.

Si el Comunicante le dijera que tiene que acortar la respiración, este oyente la acortaría. Esto es creer en que Dios es el que habla, y si así lo cree, precisa esta Enseñanza y él mismo busca a este Profesor. De la Enseñanza del espíritu viene el comportamiento de la carne. El espíritu que está enseñado por el Profeta y para Dios, su materia es de bálsamo. La materia que está educada por el hombre, pero sin preocuparse del espíritu, ésta es conocida ante la materia que está enseñada por el espíritu. No preocuparse del espíritu es no preocuparse de Dios, una vez que tu espíritu es de Dios, y si tú lo cuidas, este espíritu vuelve a Dios.

Desperté, oí:

El hombre cuida la carne para que esta carne dure, y por mucho que la cuide, se ensucia y muere.

Pues defiende todo cuanto pueda hacer, a tu espíritu, bien.

Porque este espíritu ni se entierra ni se muere.

Y lo que tú seas, eso enseñarás y aprenderán, tanto para la Gloria de Dios, si esta Enseñanza es de Obediencia, como para la separación de Dios, si la enseñanza es en contra del Profeta.

Si el Profeta te habla con temor, tu espíritu no es de Dios.

Si tu espíritu está con Dios, tú reverencias la contrariedad.

Oye la Voz de Dios, y apartarás tu ira.

Si tu ira no oye a Dios, es Dios el que te aparta.

Haz tu confesión ahí, y pide el Perdón Aquí.

Dios no castiga, Dios te previene ahí y te deja con Dios o sin Dios Aquí.

AGUSTÍN DE MÓNICA


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Libro 8 - Dios No Quiere, Permite - Tomo I - Pag. 224-225

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