viernes, 6 de mayo de 2011

Dios manda y permite - Libro 9 - Dios Habla al No Quiero del Hombre - Tomo I - Pag. 161-162


En Sueño Profético decían:

Dios manda y permite, pero siempre puede el mandar; lo mismo que si tú amas, Él te ama mucho más. ¿Quién compararía el río con los mares y sus olas en alta mar? ¿Quién compararía al bueno con el malo, que es el que cuida el Infierno? Pues aquí podría haber alguno que comparara por el tiempo entretener. Pero para a Dios comparar, tendría que haber otro Dios.

Dijo uno:

¡Gran Fuerza manda Dios al que Aquí trae! ¡Gran Saber da al espíritu para moldear la carne! ¡Es tan difícil ver lo que no está viendo nadie! ¡Es tan difícil expresar lo que tú aún no sabes!

Esto es Poder de Dios con Mando que no ve nadie. Esto es sacar espíritu cuando aún vive la carne, que vive por el poder de ese espíritu; que sale con la Llamada de Dios, dando silencio a la carne; que si no fuera por Dios, que manda silencio a la carne, sería escándalo en silencio, que esto es el mundo de carne: Llamada que hace Dios, dejando al hombre la carne; y cuando viene el espíritu, aprender que Dios lo trae, es silencio con escándalo.

Desperté, oí:

¡Quién podría hablar de espíritu,
en esta forma que hablan?

¡Quién podría describir
muerte, arrobo, Llamada de Dios a Gloria?

¡Quién nombraría silencio
a la carne del que arroban?

Pues si Dios es Poderoso,
¿cómo pensar que no hable?

Ya Él sacará el Dios
para ponerlo delante
cuando el hombre diga “no”.

Dios permite y manda.
El permitir tiene fin.
El mandar, nunca se acaba.

Por eso el que Aquí trae,
él no sabe cómo manda.

Pero va cumpliendo órdenes,
que a veces ve cuando pasan.

Dios le da aquel Saber,
para que crean sus Palabras.

El Permitir tiene fin,
el Mando nunca se acaba.


***

3 comentarios:

  1. Pensamos que el hombre se le muere la carne y entonces el espíritu va al a Gloria, pero lo que no sabíamos es que es el espíritu el que abandona la carne y entonces es cuando muere la carne. Es el espíritu el que da la vida a la carne, la carne no vive por sí sola.

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  2. Se veía que era Dios quien estaba en su espíritu porque es imposible que nadie pudiera conocer cómo eran los espíritus de todos los que se acercaban a Ella. Era Dios mismo quien actuaba en ella, Dios no permitia que fuera engañada por espíritus contrarios a Él.

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  3. Dios es inabarcable. Confundimos su permitir con la posibilidad de hacerle frente, pero el permitir acaba.

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